Por la mañana.
Alguien está hablando... parece un relato...
Isidro escucha.
Probablemente es la radio pues en el estudio no hay nadie más. Isidro mira absorto la pared blanca. Sortilegios de luz que vienen de algún sitio.
Por la tarde.
Ahora Isidro apoya un momento el libro abierto en equilibrio sobre el brazo del sofá y va a buscar uno de sus cuadernos. Parece que ha visto algo...
¡Quizás un resplandor súbito! ... un fogonazo neuronal que ha dejado impresa una imagen en su mente... ¡Digo yo que será neuronal! ¿Qué otra cosa va a ser?
Y es que Isidro debía tener poderes, los de transformar al instante la palabra en imagen. Así que, en rigor, me atrevo a decir que Isidro ¡escuchaba en imágenes!
¡leía en imágenes! y, naturalmente, ¡hablaba en imágenes!
