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Son numerosas las notas que Isidro, a lo largo de su trayectoria, fue dejando sobre su propia práctica y sobre su modo de ver el arte y otras cuestones de interés humano. Por otro lado le gustaba escribir, sin más pretensión que dejar fluir su imaginación y divertir a propios y a ajenos, poemas, chascarrillos y pequeños relatos a menudo acompañados de dibujos.

Así como recuerdos y memorias de su juventud en Alcazar de San Juan. En estos momentos la Fundación, en la persona de Bárbara Sánchez, está desarrollando un proyecto de transcripción e interpretación de todo el cuerpo inédito de documentos, manuscritos, testimonios audiovisuales que habrán de desembocar en una publicación auspiciada por el Ayuntamiento de su ciudad natal. Estos son varios ejemplos manuscritos y algunos fragmentos de sus notas.


Pregón de las ferias de Alcázar de San Juan, por el pregonero Isidro Parra

1997

HISTORIAS DE PLAZAS, FERIAS Y CABEZAS PARLANTES

Queridos paisanos, queridos amigos presentes y ausentes.

Querida y entrañable Plaza del pueblo, que hemos conocido con tantos nombres y con tantas apariencias.

Estaba yo un día pintando cuando de repente sonó el ‘’fonino’’, que dicen en Italia, según me cuenta mi amigo Jesús Velasco. Al contestar la llamada escuché con sorpresa la voz de nuestro alcalde José Eugenio Castellanos, que en su nombre y en el de la Corporación Municipal, me invitaban a este simpático acto de pregonar la Feria.

Halagado, temeroso, confuso ... el caso como puede verse, es que acepté el reto. Pero el cuadro que estaba pintando se transformó en un pozo, en un pozo del tiempo y al asomarme no se qué cosa miré, que de pronto, un fuerte viento que salía del interior, me elevó por los aires y dando vueltas aterricé, mejor dicho balconicé en una casa que había en esta esquina del mercado., Era una casa de Ricardo Carreña, en la que tenía tienda de ultramarinos y vivienda familiar. En la planta alta vivían mis padres, Pedro y María, que aun no habían completado el sexteto familiar, Parra Malina.

Desde ese balcón pude contemplar, de nuevo, el diario bullicio de la Plaza, el ir y venir de las gentes entre las voces de los vendedores y los bien surtidos puestos del mercado, sin duda uno de los mejores de la comarca, ya que el ferrocarril Madrid, Zaragoza y Alicante acercaba a nuestro pueblo las huertas de Levante y los puertos pesqueros del Sur.

En contraste con esta actividad, unos galgos, pertenecientes quizás a Alonso Quijano, dormitaban a la sombra del Pasaje.

Las tabernas de Julianete, la Viña ‘’E’’, Repizca, La Flamenca y otras, junto a la famosa churrería de la Patricia, completaban el alegre ambiente de la primera Plaza que yo conocí.

En los últimos días de agosto, rodeando el quiosco, se descargaban en ella montones de tablas de pino que llenaban el aire del agradable olor de la madera recién aserrada. 

Sabíamos que la Feria estaba llegando. Los chicos de la Plaza, Rodolfo Carreña Sabíamos que la Feria estaba llegando. Los chicos de la Plaza, Rodolfo Carreña, El Jaro, mi hermano Enrique y otros, jugábamos entre aquellos montones de madera, imaginándonos quién sabe qué aventuras ...

Al día siguiente, una brigada de carpinteros con una sinfonía de martillazos, armaba las casetas, adornadas después con globos, guirnaldas y banderitas de papel, en la que exponían sus variados artículos, los comercios del pueblo y en donde se podían encontrar desde ‘’costureros grandes de raso pajizo’’, hasta jaulas guateadas para que las codornices no se escalabraran. A los chicos las que más nos gustaban eran las de Pepe Almendros y Casa Escudero, repletas de atractivos patines, triciclos, caballos y motos de hojalata. Y también la de Quintiliano Espinosa, que con su enjuta figura y su negra gorra de amplia visera, espantaba las moscas y las avispas de sus ricas tortas y demás golosinas.

Frente a la churrería de la Patricia, Caballitos, Voladoras, Norias, la rifa del Tío y la Tía, estampas con las efigies de Gabriel y Galán, que la mirarlas fijamente durante un rato, volvían a verse reflejadas en el cielo. Güitomas, atracciones sencillas, pero con el suficiente olor a gasoil como para comprender que algo exótico había llegado al pueblo.

En los gramófonos, las voces de Angelillo, Marchena y La Niña de la Puebla y sus campanilleros. En el teatro del Casino Principal, arrendado por entonces a mis tíos Enrique y Basilio Malina, se alternaba la proyección de películas con funciones de ‘’Variette’’. Yo veía escondido entre los bastidores, como los artistas de ambos géneros intercambiaban experiencias: Estrellita Castro se empeñaba en enseñar al Conde Drácula a cantar ‘’Mi jaca’’ y éste a cambio le enseñaba los colmillos, Carlitas Gardel había aprendido a saltar de rama en rama llamando a los elefantes y Tarzán a cantarle milongas a la mona chita. En el ambigú, que regía el gran cocinero Venancio Muñoz ‘’Pesetilla’’ alternaba Miguel de Malina con el monstruo de Frankestein y con el Trío Moreno, que tenía sangre de reyes en la palma de la mano.

Mientras tanto, lejos de aquí, alguien calentaba motores para que la Plaza cambiara de nombre. Cambió de nombre y con el tiempo, las Ferias se desplazaban a otros lugares del pueblo, sin embargo algunas cosas se resistían a abandonar las proximidades de la Plaza, entre ellas las filas de carros de melones y sandías, a ‘’cata y a raja’’ que pernoctaban desde la esquina de Natalio hasta el estanco de la Marina, donde un viejo fotógrafo de los de baja y pajarito instalaba sus telones. En estos telones pintados podía verse la Torre del Oro de Sevilla, el Puente de los suspiros, de Venecia, un acorazado de guerra, la Plaza del Pilar y cosas por el estilo, pero le faltaba al hombre un telón que representase el Patio de los leones de la Alhambra. Alguien le habló de mí.

Tenía yo entonces el estudio en la calle del Tinte, y allí se presentó el fotógrafo para que le pintase el telón granadino, puse manos a la obra inmediatamente, a pesar de que por entonces andaba ocupado escribiendo una especie de ballet folklórico, en compañía del inolvidable Pacorro Paniagua y el Maestro Pinilla. Mientras yo iba pintando el telón, el viejo fotógrafo me contaba antiguas historias de cuando no había en el mundo ferias.

Contaba que se habían descubierto en Sanlúcar de Barrameda unos documentos procedentes de Tartessos que hablaban del aburrimiento de las gentes, que después de trabajar durante todo el año, no tenia donde divertirse, donde tomar por las noches chocolate con churros ni donde bailar un pasodoble con la novia. Por su parte, los feriantes, que todavía no se llamaban así, no sabían qué hacer con sus columpios, sus caballitos, sus trozos de coco y sus rifas. Esta caótica situación que se perdía en la noche de los tiempos, duró hasta la batalla de Aljubarrota, más o menos, a juzgar por aquel romance que decía: ‘’Aljubarrota, cuando se invente la Feria, te compraré una garrota’’. Mucho tiempo después al poeta Santiago Ramos le compraron una.

Los feriantes, reunidos en asamblea, pensaron poner fin a esta situación y decidieron inventar algo. ¿Pero cómo se llamará ese algo? Deberá ser algo FANTÁSTICO, que provoque ENTUSIASMO, que sea RUMBOSO, que se viva con ILUSIÓN y sobre todo que sea ALEGRE. Un malabarista fue pintado de colores las primeras letras de estas palabras y jugando con ellas compuso el nombre que todos esperaban: FE RIA. Todos aplaudieron el invento, pero les quedó la duda si sería del agrado de la Gente de los pueblos.

Gente de los pueblos, que casualmente pasaba por allí, se mostró entusiasmada y ofreció a su vez muchas cosas para que aquel invento resultara de lo más brillante. Ofreció su artesanía, su cultura popular, sus ganas de vivir y divertirse, sus músicos, sus reinas de las fiestas, con damas de honor incluidas y también, esto era importante, sus reales de vellón.

En un lugar de la Mancha, con el que al parecer Cervantes tuvo problemas de memoria, había un ingenioso ebanista que hacía pequeños campanarios, que la recibir el impacto de los tiros de plomo, lanzaba al vuelo sus campanas; se llamaba Eugenio. Había también un maestro herrero, que anticipándose a la moderna escultura conceptual construía unas barcas voladoras, que el mismo impulsaba y frenaba con una cuña de madera; le llamaban el Chápiro. También había un famoso payaso de circo que instalaba SU CARPA DEN EL CORRAL DE Cañizares y que con sus ropas de augusto encontraba las escondidas risas del público; se llamaba Trino, Trino Belda.

Cuando feriantes y pueblo estuvieron de acuerdo llamaron a Maclovio Tirolés, que además de mercader de quincallas y juguetes, era el más versátil de los transformistas: en tiempo de Capricornio era chino y vendía ‘’cola les a peleta’’ en la esquina de Damián, en Aries cuidaba de una granja de periquitos adivinadores del porvenir, por Piscis se convertía en un maestro del arte de freír boquerones y en Virgo tenía permiso de los dioses para abandonar el cuerpo y se cabeza parlante.
Ese fue el aspecto con que se presentó a las gentes para dar a conocer la fórmula que se había redactado para fabricar ferias.

Tocado con un turbante de azulados reflejos, tipo pavo real, en la frente llevaba una bola de cristal verde, de una antigua gaseosa, y rodeado de espejos, banderitas de papel, letras góticas y matacandiles, miraba fijamente al vacío.

Comenzaron a sonar las primeras notas del bolero de Ravel, y al ritmo de aquella música le asomaron por las orejas dos pequeños brazos que extendió hacia el auditorio. En el dedo índice de la mano izquierda tenía un grillo, símbolo de la música nocturna en los campos de estío. Entre los dedos índice y pulgar de la mano derecha, sostenía una uva garnacha(*), para recordarle a la Tierra que debía ser generosa con quienes la trabajan. Sus ojos se iluminaron y comenzó a recitar:

POSOLOGÍA

Por la mañana temprano, después de salir el sol,
junto con el desayuno comienza la aplicación.
Escucharás a la banda, alguna inauguración
y por la tarde ¡A los Toros!

Churros en la madrugada y ritmo a los esqueletos.
Ya verás que bien te sienta,
solo podrás descansar, si el cuerpo así te lo pide, a la hora de la siesta.

CONTRAINDICACIONES

Esta excelente receta, que no tiene interacción tanto vale para el joven que para el viejo y la vieja, militares y solteras, niños de cualquier edad
y mocitas casaderas, solo hay que tener cuidado con los lactantes de teta, potitos o biberón si no van acompañados de algún pariente mayor.

EFECTOS SECUNDARIOS

Esta magistral receta contiene una precaución: en algunas ocasiones la bolsa pega un bajón 
Hay resacas mañaneras que remiten sin dolor,
no es necesario, por tanto, el consejo del doctor Y si bailas mucho rato con la pista a mogollón
es posible que recibas algún que otro pisotón.

INTOXICACIÓN Y SU TRATAMIENTO

En caso de ingestión masiva accidental, se puede producir efectos raros, como
somnolencia, confusión, vómitos, picor de orejas y sordera.
No conducir más coches que los de choque ni manejar maquinaria que no esté homologada por la

F.E.R.I.A.

Deberá proceder a lavados gástricos con una mezcla de vino
blanco y gaseosa fresquita, (lo que suele llamarse un jarrete)
Llegado a este punto, la cabeza parlante comenzó a crecer iluminándose con los colores del arco iris y
con una potente voz aconsejó:

iPÓNGASE LA FERIA AL ALCANCE DE LOS NIÑOS !!!

La Cabeza de Maclovio Tiroles estalló en una infinidad de burbujas de colores y cada una, al romperse,
repetía:

PÓNGASE AL ALCANCE DE LOS NIÑOS PÓNGASE AL ALCANCE DE LOS NIÑOS !.

Las burbujas se confundían en la noche con las estrellas y las chispas de los cohetes.
La Feria había comenzado.
Así terminaba el relato de aquél fotógrafo de bata y pajarito al tiempo que le hacía entrega del telón del
Patio de los Leones.

Y deseando a todos unas felices, animadas y divertidas ferias y fiestas, el pregonero pone fin a su pregón.

Muchas gracias.

i Viva la Feria de Alcázar ! i Música maestro !

Nota sobre el grabado

“El grabado había constituido para mí un reto, un deseo al que no tuve oportunidad de acceder antes de los años 80. Animado por algunos compañeros, inicié los primeros aguafuertes en el taller de Fernando Bellver, y después grabé mi primera exposición en la Galería Tórculo de Madrid, en el taller de Dietrich Mann. En este taller conozco a Antonio Ortega que me encarga, para su editorial Archeles, una serie de grabados para un "Quijote", edición compuesta sólo de seis capítulos, un año más tarde, también para Archeles, diseño y grabo una edición del "Lazarillo de Tormes" que obtiene el segundo premio al libro mejor editado en 1991. Para estos grabados instalé en el estudio un pequeño tórculo en el que sigo experimentando.”

Isidro Parra

Acabar bien las obras

Parece que necesitamos acabar "bien"las obras... Pero el "acabar bien" implica encerrarlas, condenar sus salidas a las propias sugerencias que hacen mas rica la obra. Mis triángulos blancos tienen el significado de paréntesis, signos ortográficos para evidenciar su carácter irreal.

Isidro Parra

1997

Lo que no existe

Se mueven por la oscura penumbra de mis cuadros, formas que intentan recordar lo que no existe; movimientos de seres que han vivido, tal vez en otras luces, que han sentido que estar también a oscuras, les hace laberintos y están a gusto aunque carezcan de física estructura.

Isidro Parra

1997

Meandros y arrozales

Mi manera de pintar prefiero que surja espontáneamente. Y no me importa que si hay una corriente que haga incursiones, ésta siga su curso sin importarle que se introduzca por meandros y arrozales a sabiendas de que al final irán a parar a la mar.

Isidro Parra,

2003

Realismo poético

"Nunca he pintado la realidad tal como se ve ... realista, pero de un realismo poético; entendiendo por poesía lo que tiene de sustraer de la realidad los elementos que te puedan interesar"

Isidro Parra