Skip to main content

Cincuenta, sesenta

¡Qué lejano aquel pasado!
La sangre corría de otra forma.
El movimiento de los ojos mirando la pantalla del cine de sus tíos Basilio y Enrique. El sonido del proyector, Los olores a trementina y barniz del taller del tío Jesús, su primer maestro. La fascinación de hacer colores con las tierras. Subir y bajar por los cerros repasando una y otra vez el movimiento del sol y sus consecuencias en la superficie científica de la mente...

...digo científica por no decir del corazón; por el afán de comprender, me refiero.

Viajes, muchos viajes. Pero, ojo, no era el tren el que se movía. Eran las tierras y los horizontes lo que cambiaba. Y la luz, la luz mutante y transformadora. Vivir, mucho vivir. Pero no era la mirada la que se movía, si no las gentes que iban de un sitio a otro de los ojos. Y el pensamiento... ¿Qué es lo que del pensamiento se mueve? ¿Lo de dentro? ¿lo de afuera? Ahora Isidro permanece inmóvil. Con soberbia atención. A su alrededor todo es sonido sinfónico e imaginación incesante.