Vuelan las líneas. Vuelan en todas direcciones. Sobre todo cuando alguien -el artista- da una palmada.
Luego van regresando a las ramas y se posan con aparatosidad cómica o delicadamente según la naturaleza de cada una.
Él -el artista- les pone pan por aquí y por allá.
Y se divierte asustándolas con el violín o la trompeta. Según los días.